martes, 7 de septiembre de 2010

Jesús en el jardín


DESPUÉS de salir de aquel cuarto, Jesús y sus apóstoles van al jardín de Getsemaní. Han venido aquí muchas veces antes. Jesús ahora les dice que sigan despiertos y oren, y se aleja un poco y, rostro a tierra, se pone a orar.

Más tarde Jesús vuelve a donde están sus apóstoles. ¿Qué crees que están haciendo? ¡Están dormidos! Tres veces Jesús les dice que deben mantenerse despiertos, pero cada vez que vuelve los encuentra durmiendo. ‘¿Cómo pueden dormir en un tiempo como éste?’ dice Jesús la última vez que regresa. ‘Ha llegado la hora en que seré entregado a mis enemigos.’

En ese mismo momento se oye el ruido de muchísima gente. ¡Mira! ¡Vienen los hombres con espadas y palos! Y llevan antorchas que les dan luz. Cuando se acercan, alguien sale de la muchedumbre y viene a donde Jesús mismo. Lo besa, como puedes ver aquí. ¡Ese hombre es Judas Iscariote! ¿Por qué besa a Jesús?


Jesús pregunta: ‘Judas, ¿me traicionas con un beso?’ Sí, el beso es una señal. Hace que los hombres que están con Judas sepan que éste es Jesús, a quien ellos buscan. Por eso, los enemigos de Jesús dan un paso adelante para echarle mano. Pero Pedro no va a dejar que se lleven a Jesús sin pelear. Saca la espada que ha traído y lanza un tajo al hombre que está cerca de él. Le corta la oreja derecha. Pero Jesús ahora le toca la oreja al hombre y lo sana.

Jesús le dice a Pedro: ‘Devuelve la espada a su lugar. ¿No crees que puedo pedirle a mi Padre miles de ángeles para que me salven?’ ¡Sí, puede! Pero Jesús no le pide a Dios que envíe ángeles, porque sabe que ha llegado el tiempo para que sus enemigos se lo lleven. Él deja que hagan eso. Veamos qué le pasa a Jesús ahora.

Mateo 26:36-56; Lucas 22:39-53; Juan 18:1-12.

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