martes, 7 de septiembre de 2010

Con la mujer en el pozo


JESÚS se ha detenido a descansar cerca de un pozo en Samaria. Sus discípulos se han ido al pueblo a comprar alimentos. La mujer con quien Jesús habla ha venido a sacar agua. Él le dice: ‘Dame de beber.’


Esto sorprende mucho a la mujer. ¿Sabes por qué? Jesús es judío, y ella es samaritana. Y a la mayoría de los judíos les desagradan los samaritanos. ¡Ni les hablan! Pero Jesús ama a gente de toda clase. Él le dice: ‘Si supieras quién te pide de beber, tú le pedirías, y él te daría agua que da vida.’

‘Señor,’ dice la mujer, ‘el pozo es hondo, y tú ni tienes un balde. ¿Dónde conseguirías esta agua que da vida?’

‘Si bebes agua de este pozo te dará sed otra vez,’ explica Jesús. ‘Pero el agua que yo daré puede hacer que uno viva para siempre.’

‘Señor,’ dice la mujer, ‘¡dame esta agua! Entonces no tendré sed nunca más. Y jamás tendré que venir aquí para conseguir agua.’

La mujer cree que Jesús está hablando de agua verdadera. Pero él está hablando sobre la verdad acerca de Dios y su reino, que es como agua que da vida. Puede dar vida eterna.

Jesús ahora le dice a la mujer: ‘Ve y llama a tu esposo y vuelve acá.’

‘Yo no tengo esposo,’ dice ella.

‘Contestaste bien,’ dice Jesús, ‘Pero has tenido cinco esposos, y el hombre con el cual estás viviendo ahora no es tu esposo.’

La mujer se sorprende, porque todo esto es verdad. ¿Cómo sabía estas cosas Jesús? Sí, es porque Jesús es el Prometido dado por Dios, enviado por él, y Dios le da esta información. Ahora los discípulos de Jesús regresan, y les sorprende que él esté hablando con una samaritana.

¿Qué aprendemos de todo esto? Que Jesús es bondadoso con gente de toda raza. Nosotros debemos ser así; no debemos pensar que alguien sea malo solo por su raza. Jesús quiere que toda la gente conozca la verdad que lleva a vida eterna. Y nosotros debemos querer ayudar a la gente a aprenderla.

Juan 4:5-43; 17:3.

Jesús enseña en una montaña


MIRA a Jesús sentado aquí. Está enseñando a toda esta gente en una montaña de Galilea. Los más cercanos a él son sus discípulos. Él ha escogido a 12 de ellos para que sean apóstoles. Los apóstoles son discípulos especiales de Jesús. ¿Sabes cómo se llaman?


Primero, Simón Pedro y su hermano Andrés. Entonces, Santiago y Juan, que son hermanos también. Otro apóstol se llama Santiago también, y otro se llama Simón también. Dos apóstoles se llaman Judas. Uno es Judas Iscariote, y el otro Judas también se llama Tadeo. También están Felipe y Natanael (llamado también Bartolomeo), y Mateo y Tomás.

Después de volver de Samaria, Jesús empieza a predicar por primera vez: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’ ¿Sabes qué es ese reino? Es un verdadero gobierno de Dios. Jesús es su rey. Él gobernará desde el cielo y traerá paz a la Tierra. Toda la Tierra será hecha un paraíso por el reino de Dios.

Jesús aquí está enseñando a la gente acerca del reino. ‘Así deben orar,’ explica él. ‘Padre nuestro que estás en los cielos, honrado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la Tierra, como se hace en el cielo.’ Muchas personas llaman a esta oración ‘La oración del Señor.’ Otras, el ‘Padrenuestro.’ ¿Puedes decir la oración completa?

Jesús también está enseñando a la gente cómo deben ser unos con otros. ‘Haz a otros lo que quieres que te hagan a ti,’ dice. ¿No te gusta cuando otros te tratan con bondad? Por eso, debemos ser buenos con otros. ¡Qué bueno será en la Tierra paradisíaca cuando todos hagan esto! ¿verdad?

Mateo, capítulos 5 a 7; 10:1-4.

Jesús levanta a los muertos


LA NIÑA que ves aquí tiene 12 años. Jesús la tiene de la mano, y la madre y el padre de ella están cerca. ¿Sabes por qué están tan contentos? Vamos a ver.


El padre de la niña es un hombre importante llamado Jairo. Un día su hija enferma, y la ponen en una cama. Pero no mejora; se pone cada vez más enferma. Jairo y su esposa se preocupan mucho, porque parece que la niñita se va a morir. Ella es su única hija. Así que Jairo busca a Jesús. Él ha oído acerca de los milagros que Jesús hace.

Cuando Jairo halla a Jesús, hay una muchedumbre grande alrededor de él. Pero Jairo pasa por en medio de la muchedumbre y cae a los pies de Jesús. ‘Mi hija está muy enferma,’ dice. ‘Ven, por favor, y sánala,’ suplica. Jesús dice que vendrá.

Mientras caminan, la muchedumbre sigue empujando para acercarse. De repente Jesús se detiene. ‘¿Quién me tocó?’ pregunta. Jesús sintió que de él salió poder, y sabe que alguien lo ha tocado. Pero ¿quién? Es una mujer que ha estado enferma por 12 años. ¡Vino y tocó la ropa de Jesús, y sanó!

Esto hace que Jairo se sienta mejor, porque puede ver que es fácil para Jesús sanar a alguien. Pero entonces viene un mensajero. ‘No molestes más a Jesús,’ le dice a Jairo. ‘Tu hija ha muerto.’ Jesús oye esto y le dice a Jairo: ‘No te preocupes; ella estará bien.’

Cuando por fin llegan a la casa de Jairo, la gente está llorando con gran tristeza. Pero Jesús dice: ‘No lloren. La niña no ha muerto. Solo duerme.’ Pero ellos se ríen y burlan de Jesús, porque saben que ella está muerta.

Jesús entonces entra con el padre y la madre de la niña y tres de sus apóstoles en el cuarto donde la niña está. La toma de la mano y dice: ‘¡Levántate!’ Y ella vuelve a vivir, como lo ves aquí. ¡Se levanta y camina! Por eso el padre y la madre de ella están tan felices.

Esta no es la primera persona a quien Jesús levanta de entre los muertos. El primero es el hijo de una viuda que vive en la ciudad de Naín. Después, Jesús también resucita a Lázaro, el hermano de María y Marta. Cuando Jesús gobierne como el rey dado por Dios, resucitará a muchísimas personas. ¿No nos debe alegrar eso?

Lucas 8:40-56; 7:11-17; Juan 11:17-44.

Jesús alimenta a muchos


ALGO terrible ha pasado. Se acaba de dar muerte a Juan el Bautizante. Herodías, la esposa del rey, le tenía odio. Y logró que el rey mandara cortarle la cabeza.

Cuando Jesús oye acerca de esto, se pone triste. Se va a un lugar desierto solo. Pero la gente lo sigue. Cuando Jesús ve a las muchedumbres, les tiene lástima. Por eso, les habla acerca del reino de Dios, y sana a sus enfermos.

Aquella noche sus discípulos vienen a él y dicen: ‘Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la gente para que puedan comprar alimento en las aldeas cercanas.’


‘Ellos no tienen que irse,’ dice Jesús. ‘Ustedes denles algo de comer.’ Volviéndose a Felipe, Jesús pregunta: ‘¿Dónde podemos comprar suficiente alimento para toda esta gente?’

‘Va a costar muchísimo dinero comprar suficiente para que todos puedan tener un poquitito,’ contesta Felipe. Andrés habla: ‘Este muchacho, que lleva nuestro alimento, tiene cinco panes y dos pescados. Nunca bastaría para toda esta gente.’

Díganle a la gente que se siente sobre la hierba,’ dice Jesús. Entonces da gracias a Dios por el alimento, y empieza a partirlo en pedazos. Los discípulos pasan el pan y el pescado a toda la gente. Hay 5.000 hombres, y otros miles de mujeres y niños. Todos comen hasta que están llenos. ¡Y cuando los discípulos recogen las sobras, hay 12 canastas llenas!

Jesús ahora hace que sus discípulos entren en un bote para cruzar el mar de Galilea. Durante la noche se presenta una gran tormenta, y las olas mueven el bote a un lado y al otro. Los discípulos tienen mucho miedo. Entonces, en medio de la noche, ven a alguien cruzando a pie hacia ellos por el agua. Gritan de miedo, porque no saben lo que están viendo.

‘No teman,’ dice Jesús. ‘¡Soy yo!’ Todavía no lo pueden creer. Así que Pedro dice: ‘Si eres tú, Señor, dime que cruce el agua hacia ti.’ Jesús contesta: ‘¡Ven!’ ¡Y Pedro sale y anda sobre el agua! Entonces le da miedo y empieza a hundirse, pero Jesús lo salva.

Más tarde, Jesús de nuevo alimenta a miles de personas. Esta vez lo hace con siete panes y unos cuantos pescaditos. Y otra vez hay suficiente para todos. ¡Qué bueno es ver como Jesús atiende a la gente! ¡Bajo su reino, no tendremos que preocuparnos por nada!

Mateo 14:1-32; 15:29-38; Juan 6:1-21.

Ama a los niñitos


MIRA a Jesús aquí con sus brazos alrededor del muchachito. Puedes ver que él se interesa en los niños. Los hombres que miran son sus apóstoles. ¿Sabes qué les dice Jesús?

Jesús y sus apóstoles acaban de volver de un largo viaje. Por el camino los apóstoles tuvieron una discusión. Por eso, después del viaje Jesús les pregunta: ‘¿Qué discutían en el camino?’ En verdad Jesús sabe qué discutían. Pero hace la pregunta para ver si los apóstoles le dicen.


Los apóstoles no contestan, porque en el camino han estado discutiendo sobre cuál de ellos es el mayor. Algunos quieren ser más importantes que los demás. ¿Cómo les dirá Jesús que no es correcto el deseo de ser el mayor?

Él llama al muchachito, y lo pone enfrente de todos ellos. Entonces dice a sus discípulos: ‘Quiero que sepan esto bien: A menos que cambien y se hagan como niñitos, nunca entrarán en el reino de Dios. La persona más grande en el reino es el que se hace como este niñito.’ ¿Sabes por qué dijo esto?

Bueno, los niños bien pequeñitos no piensan en ser más grandes ni más importantes que otros. Por eso los apóstoles deberían aprender a ser como niños de esta manera y no pelear por ser grandes o importantes.

En otras ocasiones, también, Jesús muestra lo mucho que le interesan los niñitos. Unos meses después algunas personas traen sus hijos a ver a Jesús. Los apóstoles tratan de alejarlos. Pero Jesús les dice: ‘Dejen que los niños vengan a mí, y no los detengan, porque el reino de Dios pertenece a personas como ellos.’ Entonces abraza a los niños, y los bendice. ¡Qué bueno saber que Jesús ama a los niños! ¿verdad?

Mateo 18:1-4; 19:13-15; Marcos 9:33-37; 10:13-16.

Cómo enseña Jesús


UN DÍA Jesús le dice a un hombre que él debe amar a su prójimo. Él le pregunta: ‘¿Quién es mi prójimo?’ Bueno, Jesús sabe lo que el hombre está pensando. El hombre piensa que solo personas de su propia raza y religión son su prójimo, o vecino. Por eso, veamos lo que Jesús le dice.

A veces Jesús enseña por medio de contar una historia. Esto es lo que hace ahora. Cuenta una historia de un judío y un samaritano. Ya hemos aprendido que a la mayoría de los judíos no les gustan los samaritanos. Esta es la historia:

Un día un judío iba bajando por un camino de montaña a Jericó. Pero unos ladrones lo asaltaron. Le quitaron el dinero y lo golpearon hasta casi matarlo.

Más tarde, un sacerdote judío pasó por el camino. Vio al hombre golpeado. ¿Qué crees que hizo? Pues, solo cruzó al otro lado del camino y siguió andando. Entonces otra persona muy religiosa pasó. Era un levita. ¿Se detuvo? No, no se detuvo tampoco para ayudar al hombre. Puedes ver al sacerdote y al levita a lo lejos, camino abajo.

Pero mira quién está aquí con el que fue golpeado. Es un samaritano. Y está dando ayuda al judío. Él le echa una medicina en las heridas. Después, lleva al judío a donde pueda descansar y sanarse.


Al terminar de contar su historia, Jesús le dice al que le hizo la pregunta: ‘Bien, ¿cuál de estos tres crees que obró como prójimo o vecino con el que había sido golpeado? ¿El sacerdote, el levita, o el samaritano?’

El hombre contesta: ‘El samaritano. Él fue bueno con el hombre que fue golpeado.’

Jesús dice: ‘Tienes razón. Por eso, ve y trata a otras personas de la misma manera que él lo hizo.’

¿No te gusta la manera de enseñar que usa Jesús? Nosotros podemos aprender muchas cosas importantes por lo que Jesús dice en la Biblia, ¿verdad?

Lucas 10:25-37.

Jesús sana a los enfermos


MIENTRAS Jesús viaja por el país, sana a los enfermos. La noticia de estos milagros se da en pueblos de alrededor. Por eso, la gente le lleva los tullidos, ciegos y cojos, y muchos otros enfermos. Y Jesús los sana a todos.

Ya han pasado más de tres años desde que Juan bautizó a Jesús. Y Jesús les dice a sus apóstoles que pronto va a ir a Jerusalén, donde lo van a matar, y entonces se levantará de entre los muertos. Entretanto, sigue sanando a los enfermos.


Un día Jesús está enseñando en sábado. El sábado es un día de descanso para los judíos. La mujer que ves aquí estuvo doblada por 18 años, y no podía enderezarse. Por eso, Jesús pone las manos sobre ella, y ella se endereza. ¡Está sana!

Esto hace que los líderes religiosos se enojen. ‘Hay seis días ara trabajar,’ grita uno de ellos a la muchedumbre. ‘¡Esos son los días para venir a sanarse, no el sábado!’

Pero Jesús contesta: ‘¡Malos! Cualquiera de ustedes desataría su asno y lo llevaría a beber en sábado. Por eso, ¿no debería ser sanada esta pobre mujer, que ha estado enferma 18 años?’ Esta contestación avergüenza a estos hombres malos.

Más tarde, Jesús y sus apóstoles siguen hacia Jerusalén. Cuando se encuentran cerca del pueblo de Jericó, dos mendigos ciegos gritan: ‘Jesús, ayúdanos.’

Jesús llama a los ciegos, y pregunta: ‘¿Qué quieren que les haga?’ Ellos dicen: ‘Señor, que se nos abran los ojos.’ Jesús les toca los ojos, ¡y enseguida pueden ver! ¿Sabes por qué hace Jesús todos estos milagros? Porque ama a la gente y quiere que tengan fe en él. Esto nos asegura que cuando él reine nadie en la Tierra estará enfermo de nuevo.

Mateo 15:30, 31; Lucas 13:10-17; Mateo 20:29-34.

Jesús viene como Rey


UN POCO después de haber sanado a los dos mendigos ciegos, Jesús viene a una aldea pequeña cerca de Jerusalén. Dice a dos de sus discípulos: ‘Entren en la aldea y hallarán un asno joven. Desátenlo y tráiganmelo.’

Cuando le traen el asno, Jesús se sienta sobre él. Entonces viaja sobre él a Jerusalén, que está a poca distancia. Cuando se acerca a la ciudad, una gran muchedumbre sale a recibirlo. La mayoría de la gente se quita sus mantos y los pone en el camino. Otros ponen ramas de palmeras, y gritan: ‘¡Dios bendiga al rey que viene en el nombre de Jehová!’


Mucho tiempo atrás en Israel los nuevos reyes entraban en Jerusalén sobre un asno para mostrarse al pueblo. Esto es lo que Jesús hace. Y estas personas están mostrando que quieren que Jesús sea su rey. Pero no toda la gente lo quiere. Esto lo podemos ver por lo que sucede cuando Jesús va al templo.

En el templo Jesús sana a personas que están ciegas y tullidas. Cuando los niñitos ven esto, gritan alabanzas a Jesús. Pero esto hace que los sacerdotes se enojen, y le dicen a Jesús: ‘¿Oyes lo que están diciendo los niños?’

‘Sí,’ dice Jesús. ‘¿Nunca han leído en la Biblia donde dice: “De la boca de niñitos Dios sacará alabanza?”’ Así que los niños siguen alabando al rey dado por Dios.

Nosotros queremos ser como esos niños, ¿verdad? Puede ser que algunas personas quieran que dejemos de hablar acerca del reino de Dios. Pero nosotros seguiremos hablándoles a otros sobre las cosas maravillosas que Jesús hará para la gente.

Cuando Jesús estaba en la Tierra no era el tiempo para que él empezara a reinar. ¿Cuándo es ese tiempo? Los discípulos querían saberlo. Leamos de esto ahora.

Mateo 21:1-17; Juan 12:12-16.

En el monte de los Olivos


ESTE es Jesús en el monte de los Olivos. Los cuatro hombres que están con él son sus apóstoles. Son los hermanos Andrés y Pedro, y los hermanos Santiago y Juan. Ese edificio a la distancia es el templo de Dios en Jerusalén.

Han pasado dos días desde que Jesús entró en Jerusalén sobre el asno. Es martes. Antes en ese día Jesús estuvo en el templo. Allí los sacerdotes trataron de echarle mano para matarlo. Pero temieron, porque a la gente le agrada Jesús.


‘¡Culebras e hijos de culebras!’ llamó Jesús a aquellos líderes religiosos. Entonces dijo que Dios los castigaría por todas las cosas malas que habían hecho. Después, Jesús subió al monte de los Olivos, y entonces estos cuatro apóstoles empezaron a hacerle preguntas. ¿Sabes qué preguntan?

Los apóstoles están preguntando sobre cosas del futuro. Saben que Jesús le pondrá fin a toda maldad que se hace en la Tierra. Pero quieren saber cuándo será esto. ¿Cuándo vendrá de nuevo Jesús para gobernar como Rey?

Jesús sabe que sus seguidores en la Tierra no podrán verlo cuando venga de nuevo. Esto se debe a que él estará en el cielo, y ellos no podrán verlo allí. Por eso, Jesús dice a sus apóstoles algunas cosas que estarán pasando en la Tierra cuando él esté reinando en el cielo. ¿Cuáles son algunas?

Jesús dice que habrá grandes guerras, que muchas personas estarán enfermas y con hambre, que habrá muchos crímenes y grandes terremotos. También dice que las buenas nuevas acerca del reino de Dios se predicarán por toda la Tierra. ¿Hemos visto todo esto en nuestros días? ¡Sí! Podemos estar seguros de que Jesús ahora reina en el cielo. Pronto acabará con la maldad de la Tierra.

Mateo 21:46; 23:1-39; 24:1-14; Marcos 13:3-10.

En un cuarto superior


AHORA es el jueves por la noche, dos días después. Jesús y sus 12 apóstoles han venido a este cuarto superior grande para comer la cena de la Pascua. El que sale es Judas Iscariote. Va a decir a los sacerdotes cómo prender a Jesús.


El día antes, Judas les había hablado y dicho: ‘¿Qué me darán si les ayudo a atrapar a Jesús?’ Le dijeron: ‘Treinta monedas de plata.’ Ahora Judas va a reunirse con ellos para llevarlos a donde está Jesús. ¡Qué cosa terrible! ¿verdad?

La cena pascual termina. Pero ahora Jesús empieza otra cena especial. Entrega a sus apóstoles un pan y dice: ‘Cómanlo, porque esto significa mi cuerpo que es dado por ustedes.’ Entonces, un vaso de vino, y dice: ‘Bébanlo, porque esto significa mi sangre, que será derramada por ustedes.’ La Biblia llama a esta cena ‘la cena del Señor.’

Los israelitas comían la Pascua como recuerdo de cuando el ángel de Dios ‘pasó’ sus casas allá en Egipto, pero mató al primer hijo nacido en las casas de los egipcios. Pero ahora Jesús quiere que sus seguidores lo recuerden a él, y que él murió por ellos. Para eso es esta cena anual.

Después de comer la Cena del Señor, Jesús les dice a sus apóstoles que sean valientes y fuertes en la fe. Finalmente cantan canciones a Dios y salen. Quizás es más de la medianoche ahora. ¿A dónde van?

Mateo 26:14-30; Lucas 22:1-39; Juan, capítulos 13 a 17; 1 Corintios 11:20.

Jesús en el jardín


DESPUÉS de salir de aquel cuarto, Jesús y sus apóstoles van al jardín de Getsemaní. Han venido aquí muchas veces antes. Jesús ahora les dice que sigan despiertos y oren, y se aleja un poco y, rostro a tierra, se pone a orar.

Más tarde Jesús vuelve a donde están sus apóstoles. ¿Qué crees que están haciendo? ¡Están dormidos! Tres veces Jesús les dice que deben mantenerse despiertos, pero cada vez que vuelve los encuentra durmiendo. ‘¿Cómo pueden dormir en un tiempo como éste?’ dice Jesús la última vez que regresa. ‘Ha llegado la hora en que seré entregado a mis enemigos.’

En ese mismo momento se oye el ruido de muchísima gente. ¡Mira! ¡Vienen los hombres con espadas y palos! Y llevan antorchas que les dan luz. Cuando se acercan, alguien sale de la muchedumbre y viene a donde Jesús mismo. Lo besa, como puedes ver aquí. ¡Ese hombre es Judas Iscariote! ¿Por qué besa a Jesús?


Jesús pregunta: ‘Judas, ¿me traicionas con un beso?’ Sí, el beso es una señal. Hace que los hombres que están con Judas sepan que éste es Jesús, a quien ellos buscan. Por eso, los enemigos de Jesús dan un paso adelante para echarle mano. Pero Pedro no va a dejar que se lleven a Jesús sin pelear. Saca la espada que ha traído y lanza un tajo al hombre que está cerca de él. Le corta la oreja derecha. Pero Jesús ahora le toca la oreja al hombre y lo sana.

Jesús le dice a Pedro: ‘Devuelve la espada a su lugar. ¿No crees que puedo pedirle a mi Padre miles de ángeles para que me salven?’ ¡Sí, puede! Pero Jesús no le pide a Dios que envíe ángeles, porque sabe que ha llegado el tiempo para que sus enemigos se lo lleven. Él deja que hagan eso. Veamos qué le pasa a Jesús ahora.

Mateo 26:36-56; Lucas 22:39-53; Juan 18:1-12.

Matan a Jesús


¡FÍJATE en la cosa terrible que está pasando! Están matando a Jesús. Cuelga de un madero. Hay clavos metidos en sus manos y pies. ¿Por qué quisiera alguien hacer esto?


Es porque algunas personas lo odian. ¿Sabes tú quiénes son éstas? Una de ellas es el ángel inicuo Satanás el Diablo. Él es quien consiguió que Adán y Eva desobedecieran a Jehová. Y es Satanás quien consiguió que los enemigos de Jesús cometieran este terrible crimen.

Aun antes de fijarlo en el madero, los enemigos de Jesús le hacen cosas crueles. ¿Recuerdas que vinieron al jardín de Getsemaní y se lo llevaron? ¿Quiénes eran estos enemigos? Sí, eran los líderes religiosos. Veamos qué pasa después.

Cuando los líderes religiosos se llevan a Jesús, sus apóstoles huyen. Se asustan, y lo dejan solo con sus enemigos. Pero los apóstoles Pedro y Juan no se van muy lejos. Van siguiendo para ver lo que le pasa a Jesús.

Los sacerdotes llevan a Jesús al viejo Anás, quien había sido sumo sacerdote. La muchedumbre no se queda mucho tiempo aquí. Llevan después a Jesús a la casa de Caifás, quien ahora es el sumo sacerdote. Hay muchos líderes religiosos allí.

Aquí en la casa de Caifás hay un juicio. Traen a unos hombres para que mientan acerca de Jesús. Todos los líderes religiosos dicen: ‘Hay que darle muerte a Jesús.’ Entonces escupen a Jesús en la cara, y le dan puñetazos.

Mientras todo esto pasa, Pedro está afuera en el patio. Es una noche fría, y la gente prende un fuego. Mientras se calientan alrededor del fuego, una sirvienta mira a Pedro y dice: ‘Este hombre también estaba con Jesús.’

‘¡No, yo no estaba con él!’ contesta Pedro.

Tres veces la gente le dice a Pedro que él estaba con Jesús. Pero cada vez Pedro dice que no. La tercera vez que Pedro dice esto, Jesús se vuelve y lo mira. Pedro se siente muy triste por haber mentido, y se va y se echa a llorar.

Al salir el Sol el viernes por la mañana, los sacerdotes llevan a Jesús a su gran lugar de reunión, la sala del Sanedrín. Aquí consideran lo que van a hacer con él. Lo llevan a Poncio Pilato, gobernador del distrito de Judea.

‘Éste es un hombre malo,’ le dicen a Pilato. ‘Hay que matarlo.’ Pilato, después de hacer preguntas a Jesús, dice: ‘Yo no veo que él haya hecho algo malo.’ Entonces Pilato hace que lleven a Jesús a Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, quien se halla en Jerusalén. Éste tampoco ve que Jesús haya hecho algo malo, y lo devuelve a Pilato.

Pilato quiere dejar ir a Jesús. Pero los enemigos de Jesús quieren que Pilato deje ir a otro prisionero, a Barrabás el asaltador. Ahora es casi el mediodía cuando Pilato saca a Jesús afuera. Pilato le dice a la gente: ‘¡Miren! ¡Su rey!’ Pero los sacerdotes principales gritan: ‘¡Quítalo! ¡Mátalo!’ Así, Barrabás sale libre, y a Jesús se lo llevan para matarlo.

Temprano en la tarde del viernes lo fijan en un madero. En la lámina no los puedes ver, pero a cada lado de Jesús también ponen a un criminal en un madero para que muera. Poco antes de la muerte de Jesús, uno de los criminales dice: ‘Acuérdate de mí cuando entres en tu reino.’ Y Jesús contesta: ‘Te prometo que estarás conmigo en el Paraíso.’

¡Qué maravillosa promesa! ¿verdad? ¿Sabes de qué paraíso está hablando Jesús? ¿Dónde estaba el paraíso que Dios hizo al principio? Sí, en la Tierra. Y cuando Jesús reine en el cielo, resucitará a este hombre para que goce del nuevo Paraíso en la Tierra. ¿Verdad que eso es muy bueno?

Mateo 26:57-75; 27:1-50; Lucas 22:54-71; 23:1-49; Juan 18:12-40; 19:1-30.

Jesús está vivo


¿SABES quién es la mujer y quiénes son los dos hombres? La mujer es María Magdalena, amiga de Jesús. Y los hombres vestidos de blanco son ángeles. María está mirando dentro de la tumba donde fue puesto el cuerpo de Jesús, ¡pero ahora el cuerpo no está ahí! ¿Quién se lo llevó? Veamos.


Después de la muerte de Jesús, los sacerdotes le dicen a Pilato: ‘Cuando Jesús estaba vivo dijo que sería resucitado después de tres días. Por eso, manda que velen la tumba. ¡Así sus discípulos no podrán robarse el cuerpo y decir que ha sido resucitado!’ Pilato les dice que envíen soldados.

Pero bien temprano el tercer día después de la muerte de Jesús, un ángel de Jehová se presenta de repente. Hace rodar la piedra que cerraba la tumba. Los soldados se asustan tanto que no se pueden mover. ¡Finalmente, cuando miran dentro de la tumba, el cuerpo no está allí! Algunos soldados entran en la ciudad y hablan a los sacerdotes. ¿Sabes lo que hacen los malos sacerdotes? Les pagan para que mientan. ‘Digan que sus discípulos se lo llevaron mientras ustedes dormían,’ les dicen.

Mientras tanto, unas amigas de Jesús visitan la tumba. ¡La ven vacía! De repente, dos ángeles en ropa brillante están allí. ‘¿Por qué buscan a Jesús aquí?’ preguntan. ‘Él ha sido resucitado. Vayan enseguida y díganselo a sus discípulos.’ Ellas corren. Pero en el camino un hombre las detiene. ¡Es Jesús! ‘Vayan y díganselo a mis discípulos,’ dice.

Cuando las mujeres les dicen a los discípulos que Jesús está vivo y que lo han visto, a ellos se les hace difícil creerlo. ¡Pedro y Juan corren a la tumba, pero la tumba está vacía! Cuando ellos se van, María Magdalena se queda atrás. Entonces es que mira adentro y ve a los dos ángeles.

¿Sabes lo que le pasó al cuerpo de Jesús? Dios hizo que desapareciera. Dios no resucitó a Jesús en el cuerpo de carne que tenía. Le dio un nuevo cuerpo de espíritu, como el de los ángeles. Pero para mostrar a los discípulos que está vivo, Jesús puede presentarse en un cuerpo visible.

Mateo 27:62-66; 28:1-15; Lucas 24:1-12; Juan 20:1-12.

Dentro, a puertas cerradas


DESPUÉS que Pedro y Juan salen de la tumba donde había estado el cuerpo de Jesús, María queda allí sola. Empieza a llorar. ¡Entonces mira dentro de la tumba y ve dos ángeles! Ellos le preguntan: ‘¿Por qué lloras?’

María contesta: ‘Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.’ Entonces se vuelve y ve a un hombre. Él le pregunta: ‘¿A quién buscas?’

María cree que aquel hombre es el jardinero, que quizás se ha llevado el cuerpo de Jesús. Por eso, dice: ‘Si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto.’ Pero este hombre es Jesús. Tiene un cuerpo que María no reconoce. Pero cuando él la llama por su nombre, ella sabe que es Jesús. Ella corre a decir a los discípulos: ‘¡He visto al Señor!’

Después en el día, mientras dos discípulos van a la aldea de Emaus, un hombre se les une. Los discípulos están muy tristes por la muerte de Jesús. Pero mientras caminan, el hombre explica muchas cosas de la Biblia y ellos se sienten mejor. Finalmente, cuando se detienen para comer, los dos discípulos reconocen que este hombre es Jesús. Él desaparece, y ellos vuelven a Jerusalén para avisar a los apóstoles.

Mientras eso pasa, Jesús se le aparece también a Pedro. Los otros se emocionan cuando oyen esto. Entonces aquellos dos discípulos van a Jerusalén y encuentran a los apóstoles. Les dicen que Jesús se les apareció en el camino. Y cuando están contando esto, ¿sabes qué cosa sorprendente pasa?

Mira la lámina. Jesús aparece allí mismo en el cuarto, aunque la puerta está cerrada. ¡Qué alegría para los discípulos! ¡Qué día emocionante aquél! ¿Puedes contar las veces que se ha aparecido ahora Jesús? ¿Son cinco?


El apóstol Tomás no está con ellos cuando Jesús aparece. Por eso, los discípulos le dicen: ‘¡Hemos visto al Señor!’ Pero Tomás dice que para creerlo tendrá que verlo él mismo. Bueno, ocho días después los discípulos están otra vez en un cuarto cerrado, y esta vez Tomás está allí. De repente, Jesús aparece allí. Ahora Tomás cree.

Juan 20:11-29; Lucas 24:13-43.

Jesús vuelve al cielo


PASAN los días, y Jesús se muestra a los seguidores suyos muchas veces. Una vez, unos 500 discípulos lo ven. Cuando se les aparece, ¿sabes de qué les habla Jesús? Del reino de Dios. Jehová envió a Jesús a la Tierra para enseñar acerca del Reino. Y él sigue haciendo esto hasta después de haber sido levantado de entre los muertos.


¿Recuerdas lo que es el reino de Dios? Es un verdadero gobierno de Dios en el cielo, y Jesús es el Escogido de Dios para ser rey. ¡Como hemos visto, Jesús mostró lo maravilloso que será como rey al alimentar a los hambrientos, sanar a los enfermos, y hasta resucitar a los muertos!

Por eso, cuando Jesús reine en el cielo por mil años, ¿qué pasará en la Tierra? Sí, toda la Tierra será convertida en un lindo paraíso. No habrá más guerras, ni crímenes, ni enfermedades, ni siquiera muerte. Sabemos que será así porque Dios hizo la Tierra para que fuera un paraíso para la gente. Por eso hizo el jardín de Edén. Jesús se encargará de que al fin se haga lo que Dios quiere.

Ha llegado el tiempo en que Jesús ha de volver al cielo. Por 40 días se ha mostrado a los discípulos y ellos saben que él está vivo. Pero antes de irse él les dice: ‘Quédense en Jerusalén hasta recibir espíritu santo.’ Esto es la fuerza activa de Dios, como viento que sopla, que ayudará a sus seguidores a hacer la voluntad de Dios. Finalmente, Jesús dice: ‘Ustedes predicarán acerca de mí hasta lo más lejos de la Tierra.’

Después que él dice esto, pasa algo sorprendente. Él empieza a subir al cielo, como puedes ver aquí. Luego una nube lo oculta, y los discípulos no lo ven más. Jesús se va al cielo, y empieza a gobernar desde allá a sus seguidores acá en la Tierra.



1 Corintios 15:3-8; Revelación 21:3, 4; Hechos 1:1-11.

Esperan en Jerusalén


ESTAS personas son seguidores de Jesús. Le han obedecido y se han quedado en Jerusalén. Y mientras todos esperan juntos, un gran ruido llena toda la casa. Es como un viento fuerte que pasa rápido. Y ahora empiezan a aparecer lenguas de fuego sobre la cabeza de cada uno de ellos. ¿Puedes ver el fuego sobre cada discípulo? ¿Qué significa esto?


¡Es un milagro! Jesús está en el cielo con su Padre otra vez, y está derramando el espíritu santo de Dios sobre sus seguidores. ¿Sabes lo que el espíritu hace que ellos hagan? Todos empiezan a hablar en idiomas diferentes.

Mucha gente de Jerusalén oye el ruido que es como un viento fuerte, y vienen a ver lo que pasa. Algunas de las personas han venido de otras naciones para celebrar la fiesta israelita del Pentecostés. ¡Qué sorpresa se llevan estos visitantes! Pues los discípulos hablan en sus propios idiomas acerca de las cosas maravillosas que Dios ha hecho.

‘Todas estas personas son de Galilea,’ dicen los que están visitando. ‘Entonces, ¿cómo pueden hablar en estos diferentes idiomas de los países de los cuales venimos?’

Pedro ahora se pone de pie para explicarles. Levanta la voz y cuenta a la gente cómo se había dado muerte a Jesús, y que Jehová lo ha resucitado. ‘Ahora Jesús está en el cielo a la diestra de Dios,’ dice Pedro. ‘Y él ha derramado el espíritu santo prometido. A eso se deben estos milagros.’

Bueno, cuando Pedro dice estas cosas, a muchas de aquellas personas les pesa mucho lo que se le hizo a Jesús. ‘¿Qué debemos hacer?’ preguntan. Pedro les dice: ‘Tienen que cambiar su vida y bautizarse.’ Aquel mismo día unos 3.000 se bautizan y se hacen seguidores de Jesús.

Hechos 2:1-47.

Libres de la prisión


MIRA al ángel que mantiene abierta la puerta de la prisión. Está librando a los apóstoles de Jesús. Veamos por qué estaban en la prisión.


Había pasado poco tiempo desde que el espíritu santo había sido derramado sobre los discípulos de Jesús. Y esto es lo que pasa: Pedro y Juan van al templo de Jerusalén una tarde. Allí, cerca de la puerta, hay un hombre que ha estado inválido toda su vida. La gente lo lleva allí cada día para que pida dinero a los que entran en el templo. Cuando ve a Pedro y Juan, les pide algo. ¿Qué harán ellos?

Se detienen y lo miran. ‘No tengo dinero,’ dice Pedro, ‘pero te daré lo que tengo. ¡En el nombre de Jesús, levántate y anda!’ Pedro entonces toma al hombre por la mano derecha, y él enseguida se pone de pie de un salto y empieza a andar. El maravilloso milagro sorprende y alegra a la gente.

‘Es por el poder de Dios, quien resucitó a Jesús, que hicimos este milagro,’ dice Pedro. Mientras él y Juan hablan, unos líderes religiosos vienen. Están enojados porque Pedro y Juan le dicen a la gente que Jesús fue resucitado. Así que les echan mano y los meten en prisión.

El día siguiente los líderes religiosos tienen una gran reunión. Traen ante ellos a Pedro y Juan y al hombre sanado por éstos. ‘¿Por qué poder hicieron esto?’ se les pregunta.

Pedro dice que es por el poder de Dios, quien ha resucitado a Jesús. Los sacerdotes no saben qué hacer, porque no pueden negar que este milagro maravilloso ha sucedido. Por eso, les advierten a los apóstoles que no hablen más acerca de Jesús, y los dejan ir.

Pasan los días, y los apóstoles siguen predicando acerca de Jesús y sanando a los enfermos. Las noticias sobre estos milagros se esparcen. Y por eso hasta muchedumbres de los pueblos que están alrededor de Jerusalén traen enfermos para que los apóstoles los sanen. Por esto, los líderes religiosos, con envidia, apresan a los apóstoles. Pero algo pasa entonces.

Durante la noche, el ángel de Dios abre la puerta de la prisión, como puedes ver aquí. El ángel dice: ‘Vayan y párense en el templo y sigan hablando a la gente.’ A la mañana siguiente, cuando los líderes religiosos envían a traer a los apóstoles, no se les encuentra. Después los encuentran en el templo y los llevan a la sala del Sanedrín.

‘Les ordenamos no enseñar más acerca de Jesús,’ dicen los líderes religiosos. ‘Pero ustedes han llenado a Jerusalén de su enseñanza.’ Los apóstoles dicen: ‘Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.’ Y siguen predicando. ¡Qué buen ejemplo!

Hechos, capítulos 3 a 5.

Esteban apedreado


ESE hombre arrodillado es Esteban. Es un discípulo fiel de Jesús. ¡Pero mira lo que le está pasando! Estos hombres le lanzan piedras grandes. ¿Por qué odian tanto a Esteban que le hacen esto? Veamos.


Dios ha estado ayudando a Esteban a hacer maravillosos milagros. A estos hombres no les gusta esto, y discuten con él por enseñarle la verdad a la gente. Pero Dios le da gran sabiduría a Esteban, y él muestra que estos hombres han enseñado mentiras. Esto los enoja más, así que le echan mano y llaman a unas personas para que digan mentiras de él.

El sumo sacerdote le pregunta: ‘¿Es verdad lo que dicen?’ Esteban contesta con un buen discurso de la Biblia. Al fin de él dice que hombres malos odiaron a los profetas de Dios mucho tiempo antes. Añade: ‘Ustedes son iguales. Mataron a Jesús, siervo de Dios, y no han obedecido las leyes de Dios.’

Esto enoja mucho a los líderes religiosos! Por su ira, crujen los dientes. Pero cuando Esteban levanta la cabeza y dice: ‘¡Miren! Veo a Jesús de pie al lado derecho de Dios en el cielo,’ estos hombres se tapan los oídos y atacan a Esteban. Lo arrastran hasta fuera de la ciudad.

Aquí se quitan sus mantos y se los dan al joven Saulo para que los cuide. ¿Ves a Saulo? Entonces unos hombres empiezan a apedrear a Esteban. Él se arrodilla, como puedes ver, y ora a Dios: ‘Jehová, no los castigues por esta cosa mala.’ Él sabe que algunos de ellos han sido engañados por los líderes religiosos. Después de eso Esteban muere.

Cuando alguien te hace algo malo, ¿tratas de desquitarte, o le pides a Dios que les haga daño? Ni Esteban ni Jesús hicieron eso. Ellos fueron buenos hasta con los que fueron crueles con ellos. Tratemos de copiar eso.

Hechos 6:8-15; 7:1-60.

Camino a Damasco



¿SABES quién es el que está acostado en el suelo? Es Saulo. Él cuidó los mantos de los que apedrearon a Esteban. ¡Mira esa luz brillante! ¿Qué está pasando?

Después de la muerte de Esteban, Saulo va buscando a los seguidores de Jesús para causarles daño. Se mete en las casas y los saca y los mete en prisión. Muchos de los discípulos huyen a otras ciudades y declaran las “buenas nuevas” allí. Pero Saulo va a otras ciudades a buscar a los seguidores de Jesús. Ahora va a Damasco. Pero, en el camino, esta cosa sorprendente pasa:

De repente, una luz del cielo rodea a Saulo. Él cae al suelo, como vemos aquí. Entonces una voz dice: ‘¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me haces mal?’ Los hombres que están con Saulo ven la luz y oyen el sonido de la voz, pero no pueden entender qué se dice.


‘¿Quién eres, Señor?’ dice Saulo.

‘Soy Jesús, a quien haces mal,’ dice la voz. Jesús dice esto porque cuando Saulo hace mal a los seguidores de Jesús, Jesús lo siente como si se le hiciera a él.

Saulo ahora pregunta: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’

‘Levántate y entra en Damasco,’ dice Jesús. ‘Allí se te dirá qué hacer.’ Cuando Saulo se levanta y abre los ojos, no puede ver nada. ¡Está ciego! Por eso, los hombres que están con él lo llevan de la mano a Damasco.

Jesús ahora le habla a un discípulo en Damasco y le dice: ‘Levántate, Ananías. Ve a la calle llamada Recta. En la casa de Judas pregunta por un hombre llamado Saulo. Lo he escogido para que sea siervo especial mío.’

Ananías obedece. Cuando ve a Saulo, le pone las manos encima y dice: ‘El Señor me ha enviado para que veas otra vez y seas lleno de espíritu santo.’ Enseguida algo que parece escamas cae de los ojos de Saulo, y puede ver de nuevo.

Saulo resulta muy útil en predicar a personas de muchas naciones. Se le llega a conocer como el apóstol Pablo, y de él aprenderemos mucho más. Pero primero veamos lo que Dios hace que Pedro haga.

Hechos 8:1-4; 9:1-20; 22:6-16; 26:8-20.

Pedro visita a Cornelio


AQUÍ está el apóstol Pedro de pie, y detrás de él están unos amigos. Pero, ¿por qué se inclina ese hombre ante Pedro? ¿Debe hacer eso? ¿Sabes quién es?


El hombre es Cornelio. Es un oficial del ejército de Roma. Cornelio no conoce a Pedro, pero se le dijo que lo invitara a su casa. Vamos a ver cómo pasó esto.

Los primeros seguidores de Jesús eran judíos, pero Cornelio no es judío. Sin embargo, él ama a Dios, le ora, y hace muchas buenas cosas para la gente. Pues bien, una tarde un ángel se le aparece y le dice: ‘Le agradas a Dios, y él va a contestar tus oraciones. Envía a buscar a un hombre llamado Pedro. Está en Jope, en la casa de Simón, que vive cerca del mar.’

Bueno, enseguida Cornelio hace eso. El día siguiente, Pedro está en el techo plano de la casa de Simón. Allí Dios hace que Pedro piense que ve una tela grande que baja del cielo. En ella hay animales de toda clase. Según la ley de Dios, estos animales no eran limpios para comerlos, pero una voz dice: ‘Levántate, Pedro. Mata y come.’

‘¡No!’ contesta Pedro. ‘Nunca he comido lo que no es limpio.’ Pero la voz le dice: ‘Deja de llamar no limpio lo que Dios ahora dice que es limpio.’ Esto pasa tres veces. Mientras Pedro se pregunta qué quiere decir esto, llegan a la casa los hombres que Cornelio envió para buscarlo.

Pedro baja y dice: ‘Yo soy el hombre que buscan. ¿Por qué han venido?’ Cuando los hombres explican que un ángel le dijo a Cornelio que invitara a Pedro a su casa, Pedro dice que irá con ellos. El día siguiente, Pedro y unos amigos salen para visitar a Cornelio en Cesarea.

Cornelio ha reunido a sus parientes y amigos íntimos. Cuando Pedro llega, Cornelio se inclina a los pies de Pedro, como ves. Pero Pedro dice: ‘Levántate; yo mismo soy solo un hombre.’ Sí, la Biblia muestra que es incorrecto inclinarse en adoración a un hombre. Debemos adorar solo a Jehová.

Pedro ahora predica a los presentes. ‘Veo que Dios acepta a toda la gente que desea servirle,’ dice Pedro. Y mientras él habla, Dios envía su espíritu santo, y aquellas personas empiezan a hablar en lenguajes diferentes. Esto sorprende a los discípulos judíos que han venido con Pedro, que creían que Dios favorecía solo a judíos. Esto les enseña que Dios no ve a una raza como mejor o más importante que otra. ¿Verdad que es bueno que todos recordemos eso?

Hechos 10:1-48; 11:1-18; Revelación 19:10.

Timoteo ayudante de Pablo


EL JOVEN que ves aquí con el apóstol Pablo es Timoteo. Timoteo vive con su familia en Listra. Su madre se llama Eunice y su abuela Loida.

Esta es la tercera vez que Pablo ha visitado a Listra. Hace como un año Pablo y Bernabé estuvieron aquí por primera vez, predicando. Ahora Pablo ha vuelto con su amigo Silas.


¿Sabes lo que Pablo le dice a Timoteo? ‘¿Te gustaría venir con Silas y conmigo?’ pregunta. ‘Podrías ayudarnos a predicar a la gente en lugares lejanos.’

‘Sí,’ contesta Timoteo, ‘me gustaría ir.’ Por eso, poco después Timoteo deja a su familia y se va con Pablo y Silas. Pero antes de que aprendamos algo acerca de su viaje, veamos qué le ha estado pasando a Pablo. Ya han pasado 17 años desde que Jesús se le apareció en el camino a Damasco.

¡Recuerda, Pablo vino a Damasco para causar daño a los discípulos de Jesús, pero ahora él mismo es discípulo! Más tarde, unos enemigos buscan matar a Pablo, pero los discípulos le ayudan a escapar. En un cesto, lo bajan por el muro de la ciudad y así lo ponen fuera.

Después, Pablo pasa a Antioquía para predicar. Aquí por primera vez se llama cristianos a los discípulos. Luego Pablo y Bernabé son enviados en un viaje desde Antioquía para predicar en países lejanos. Una de las ciudades que visitan es Listra, donde vive Timoteo.

Ahora, más o menos un año después, Pablo ha vuelto a Listra en un segundo viaje. Cuando Timoteo sale con Pablo y Silas, ¿sabes a dónde van? Mira el mapa, y aprendamos.

Primero, van a Iconio, que está cerca, entonces a una segunda ciudad llamada Antioquía. Después viajan a Troas, entonces pasan a Filipos, Tesalónica y Berea. ¿Ves a Atenas en el mapa? Pablo predica allí. Después, pasan año y medio predicando en Corinto. Finalmente se detienen por poco tiempo en Éfeso. Entonces regresan por barco a Cesarea, y suben a Antioquía, donde Pablo se aloja.

Así que Timoteo viaja cientos y cientos de kilómetros ayudando a Pablo a predicar las “buenas nuevas” y empezar muchas congregaciones. Cuando tú crezcas, ¿serás siervo fiel de Dios como Timoteo?

Hechos 9:19-30; 11:19-26; capítulos 13 a 17; 18:1-22.

Un niño que se durmió


¡AY, MIRA! ¿Qué está pasando aquí? ¿Se habrá hecho mucho daño el niño que está en el suelo? ¡Mira, uno de los hombres que sale de la casa es Pablo! ¿Puedes ver a Timoteo ahí también? ¿Se habrá caído de la ventana el muchacho?


Sí, eso mismo ha pasado. Pablo estaba dando un discurso a los discípulos aquí en Troas. Él sabía que no los vería de nuevo por mucho tiempo porque tenía que irse en un barco el día siguiente. Así que siguió hablando hasta la medianoche.

Bueno, este muchacho, que se llamaba Eutico, estaba sentado en la ventana, y se quedó dormido. ¡Se cayó por la ventana hasta tres pisos abajo! Así es que puedes ver por qué la gente se ve tan preocupada. Cuando los hombres levantan al niño, ven que ha pasado lo que temen. ¡Está muerto!

Cuando Pablo ve que el niño está muerto, se acuesta sobre él y lo abraza. Entonces dice: ‘No se preocupen. ¡Él está bien!’ ¡Y es verdad! ¡Es un milagro! ¡Pablo lo ha resucitado! Una ola de gozo pasa por la muchedumbre.

Todos suben otra vez y tienen una comida. Pablo sigue hablando hasta que amanece. ¡Pero podemos estar seguros de que Eutico no se duerme otra vez! Entonces Pablo, Timoteo y los que los acompañan suben al barco. ¿Sabes a dónde van ellos?

Pablo está terminando su tercer viaje de predicación. En tan solo la ciudad de Éfeso había pasado tres años en este viaje. Por eso, éste es aún más largo que el segundo.

Después de salir de Troas, el barco se detiene un tiempo en Mileto. Puesto que Éfeso está a pocos kilómetros, Pablo llama a los hombres de más edad de la congregación de Éfeso a Mileto para hablarles por última vez. Después, cuando el barco ya se va, ¡cómo los entristece ver a Pablo irse!

Por fin el barco vuelve a Cesarea. Mientras Pablo se queda aquí en la casa del discípulo Felipe, el profeta Ágabo dice que cuando Pablo llegue a Jerusalén lo pondrán en prisión. Y eso mismo pasa, tal como Ágabo dice. Y tras de dos años de prisión en Cesarea, envían a Pablo a Roma para ser juzgado por César, el gobernante romano. Vamos a ver qué pasa en el viaje a Roma.

Hechos, capítulos 19 a 26.

A salvo en una isla


¡MIRA, el barco se hunde! ¡Se está desbaratando! ¿Ves a la gente que ha saltado al agua? Algunos ya están llegando a la playa. ¿Está Pablo allí? Veamos que le ha estado sucediendo.


Recuerda, por dos años tienen a Pablo prisionero en Cesarea. Entonces ponen a Pablo y otros prisioneros en un barco para Roma. Cerca de la isla de Creta, una terrible tormenta los azota. Los hombres no pueden guiar el barco. Y no pueden ver el Sol durante el día ni las estrellas de noche. Finalmente, después de muchos días, los viajeros pierden toda esperanza de ser salvos.

Entonces Pablo se levanta y dice: ‘Ninguno de ustedes perderá su vida; solo el barco se perderá. Porque anoche un ángel de Dios vino a mí y me dijo: “¡No temas, Pablo! Tienes que llegar a estar delante de César el gobernante romano. Y Dios salvará a todos los que viajan contigo.”’

¡Para la medianoche del día 14 desde el principio de la tormenta, los marineros notan que el agua no es tan profunda! Temiendo estrellarse contra unas rocas en la oscuridad, echan las anclas. La mañana siguiente ven una bahía. Deciden tratar de guiar el barco hasta la playa allí.

Pues bien, cuando se acercan a la playa, el barco da contra un banco de arena y encalla. Entonces las olas empiezan a azotarlo, y el barco empieza a hacerse pedazos. El encargado, un oficial militar, dice: ‘Todos los que puedan nadar, naden a la playa; los demás salten después, y usen pedazos del barco para flotar.’ Eso hacen, y las 276 personas que estaban en el barco llegan a salvo a la playa, tal como el ángel había prometido.

La isla se llama Malta. La gente es muy bondadosa, y ayuda a los que han venido del barco. Cuando el tiempo mejora, a Pablo lo ponen en otro barco y lo llevan a Roma.

Hechos 27:1-44; 28:1-14.

Pablo en Roma


NOTA las cadenas que Pablo lleva, y fíjate en el soldado romano que lo vigila. Pablo es prisionero en Roma. Está esperando hasta que el César romano decida qué hacer con él. Mientras está en prisión, se le permite tener visitantes.

Tres días después de llegar a Roma, Pablo pide que algunos líderes judíos vengan a verlo. Por esto, muchos judíos de Roma vienen. Pablo les predica acerca de Jesús y el reino de Dios. Algunos creen y se hacen cristianos, pero otros no creen.


Pablo también predica a diferentes soldados que lo vigilan. Durante los dos años en que se le tiene aquí como prisionero, Pablo predica a todo el que puede. Debido a esto, hasta la casa de César oye acerca de las buenas nuevas del Reino, y algunos de ellos se hacen cristianos.

Pero, ¿quién es este visitante a la mesa, y escribiendo? ¿Sabes quién es? Sí, es Timoteo. Él también había estado en prisión por predicar acerca del Reino, pero ahora está libre. Ha venido a ayudar a Pablo. ¿Sabes qué escribe? Veamos.

¿Recuerdas las ciudades de Filipos y Éfeso en la Historia 110? Pablo ayudó a empezar congregaciones cristianas allí. Ahora, como prisionero, Pablo escribe cartas a estos cristianos. Las cartas, llamadas Efesios y Filipenses, están en la Biblia. Pablo ahora le dice a Timoteo qué escribir a los amigos cristianos de ellos en Filipos.

Los filipenses han sido muy bondadosos con Pablo. Le envían un regalo a la prisión, y por eso Pablo les está dando gracias. Epafrodito es el hombre que trajo el regalo. Pero él estuvo muy enfermo y casi murió. Ahora está bien otra vez y pronto regresará a su ciudad. Él llevará esta carta de Pablo y Timoteo consigo cuando vuelva a Filipos.

En prisión, Pablo escribe otras dos cartas que tenemos en la Biblia. Una es para los cristianos de la ciudad de Colosas. ¿Sabes cómo se llama? Colosenses. La otra es una carta personal a un amigo llamado Filemón, de Colosas. La carta es acerca de Onésimo, un sirviente de Filemón.

Onésimo se escapó de Filemón y vino a Roma. De alguna manera Onésimo supo que Pablo estaba en prisión aquí. Lo visitó, y Pablo le predicó. Pronto Onésimo también se hizo cristiano. Ahora a Onésimo le pesa haber huido. Por eso, ¿sabes lo que Pablo escribe en esta carta a Filemón?

Pablo le pide a Filemón que perdone a Onésimo. ‘Te lo devuelvo,’ escribe Pablo. ‘Pero ahora no es solo tu siervo. También es un buen hermano cristiano.’ Cuando Onésimo vuelve a Colosas, lleva consigo estas dos cartas, una a los colosenses y la otra a Filemón. ¡Imagínate qué contento debe haber estado Filemón al llegar a saber que su sirviente, Onésimo, ahora es cristiano, como él!

Cuando Pablo escribe a los filipenses y a Filemón, tiene muy buenas noticias. ‘Les envío a Timoteo,’ dice Pablo a los filipenses. ‘Pero pronto los visitaré yo también.’ Y, a Filemón, escribe: ‘Prepárame un lugar para alojarme allí.’

Cuando se ve libre, Pablo visita a sus hermanos cristianos de muchos lugares. Pero más tarde Pablo se halla prisionero en Roma de nuevo. Ahora sabe que lo van a matar. Por eso, escribe a Timoteo que venga pronto. ‘He sido fiel a Dios,’ escribe, ‘y él me recompensará.’ Pocos años después de morir Pablo, Jerusalén es destruida de nuevo, ahora por romanos.

Pero en la Biblia hay más. Jehová hace que el apóstol Juan escriba sus últimos libros, entre ellos Revelación. Ese libro habla del futuro. Vamos a ver lo que el futuro guarda.

Hechos 28:16-31; Filipenses 1:13; 2:19-30; 4:18-23; Hebreos 13:23; Filemón 1-25; Colosenses 4:7-9; 2 Timoteo 4:7-9.

El fin de toda maldad


¿QUÉ ves aquí? Sí, un ejército en caballos blancos. Pero nota de dónde vienen. ¡Los caballos bajan al galope del cielo sobre las nubes! ¿Habrá caballos en el cielo?


No, éstos no son caballos verdaderos. Lo sabemos porque los caballos no pueden correr sobre las nubes, ¿verdad? Pero la Biblia sí habla de caballos en el cielo. ¿Sabes por qué?

Es porque hubo un tiempo en que los caballos se usaban mucho en pelear las guerras. Así que la Biblia dice que unas personas bajan del cielo en caballos para mostrar que Dios tiene una guerra contra la gente de la Tierra. ¿Dónde será? En Armagedón, y destruirá toda la maldad de la Tierra.

Jesús es Quien guiará la pelea en esta guerra en Armagedón. Recuerda que Jehová escogió a Jesús para que sea rey de Su gobierno. Por eso Jesús lleva corona. Y la espada muestra que va a matar a todos los enemigos de Dios. ¿Debe causarnos sorpresa que Dios destruya a toda la gente mala?

Busca la Historia 10. ¿Qué ves? Sí, el gran Diluvio que destruyó a la gente mala. ¿Quién causó ese Diluvio? Jehová Dios. Ahora mira la Historia 15. ¿Qué está pasando ahí? Jehová destruye por fuego a Sodoma y Gomorra.

Pasa a la Historia 33. Mira lo que les está pasando a los caballos y carros de guerra de los egipcios. ¿Quién hizo que las aguas les cayeran encima? Jehová. Lo hizo para proteger a su pueblo. Busca la Historia 76. Allí verás que Jehová hasta dejó que su pueblo fuera destruido por malo.

Por eso, no debería sorprendernos el que Jehová envíe sus ejércitos celestiales para poner fin a toda la maldad de la Tierra. ¿Qué pasará después? Pasa la página y veamos.

Revelación 16:16; 19:11-16.

Nuevo paraíso terrestre

MIRA los árboles altos, las bonitas flores y las altas montañas. ¿Verdad que esto es lindo? Fíjate, el ciervo come de la mano del niñito. Y nota a los leones y el caballo parados allí en el prado. ¿Te gustaría vivir en una casa o en un lugar como éste?

Dios quiere que tú vivas para siempre en la Tierra en un paraíso, sin sufrir los dolores que la gente sufre hoy. Eso promete la Biblia a los que vivirán en el nuevo paraíso. ‘Dios estará con ellos. No habrá más muerte ni llanto ni dolor. Las cosas viejas han pasado.’

Jesús se encargará de que este maravilloso cambio venga. ¿Sabes cuándo? Sí, después que limpie la Tierra de toda la maldad y de toda la gente mala. Recuerda, cuando Jesús estuvo en la tierra sanó de toda enfermedad a la gente, y hasta resucitó a algunos. Así mostró lo que haría en toda la Tierra como Rey del reino de Dios.

¡Imagínate lo bueno que será estar en el nuevo paraíso! Jesús, y algunos que él escoge, gobernarán en el cielo. Atenderán a todo el que esté en la tierra y se encargarán de que todos sean felices. Vamos a ver qué debemos hacer para que Dios nos dé vida eterna en su nuevo paraíso.

Revelación 21:3, 4; 5:9, 10; 14:1-3.

Cómo vivir para siempre



SABES lo que esta niñita y sus amigos leen? Sí, este mismo libro que tú estás leyendo... Mi libro de historias bíblicas. Y están leyendo esta misma historia... “Cómo vivir para siempre.”

¿Sabes lo que aprenden? Primero, que hay que aprender acerca de Jehová y su Hijo Jesús para vivir para siempre. La Biblia dice: ‘Este es el camino a la vida eterna. Aprende acerca del único Dios verdadero, y de su Hijo, Jesucristo.’


¿Cómo podemos aprender acerca de Jehová Dios y su Hijo Jesús? Una manera es leyendo Mi libro de historias bíblicas de principio a fin. El libro dice mucho acerca de Jehová y Jesús, ¿verdad? Y dice mucho acerca de las cosas que ellos han hecho y harán. Pero hay que leer otra cosa.

¿Ves el otro libro que está en el suelo? Es la Biblia. Haz que alguien te lea las partes de la Biblia sobre las cuales se basan las historias de este libro. La Biblia nos da la información completa que necesitamos para servir a Jehová de la manera correcta y ganar vida eterna. Por eso debemos tener el hábito de estudiar mucho la Biblia.

Pero el solo aprender acerca de Jehová Dios y Jesucristo no basta. Pudiéramos saber mucho acerca de ellos y lo que enseñan, y todavía no ganar la vida eterna. ¿Sabes qué más se necesita?

También tenemos que vivir en armonía con las cosas que aprendemos. ¿Te acuerdas de Judas Iscariote? Él era uno de los 12 que Jesús escogió como apóstoles. Judas tenía mucho conocimiento acerca de Jehová y Jesús. Pero, ¿qué le pasó? Con el tiempo se hizo egoísta y traicionó a Jesús por 30 piezas de plata. Judas no recibirá vida eterna.

¿Te acuerdas de Guejazi, de quien aprendimos algo en la Historia 69? Él quiso tener ropa y dinero que no eran de él. Mintió para tener estas cosas, y Jehová lo castigó. Nos castigará a nosotros también si no obedecemos sus leyes.

Pero hay muchas buenas personas que siempre sirvieron a Jehová fielmente. Queremos ser como ellas, ¿verdad? El pequeño Samuel es un buen ejemplo. Recuerda, como vimos en la Historia 55, él tenía solo cuatro o cinco años cuando empezó a servir a Jehová en su tabernáculo. Por eso, aunque seas bien joven, no eres demasiado joven para servir a Dios.

Claro, todos queremos seguir a Jesucristo. Hasta cuando niño, como muestra la Historia 87, estaba allí en el templo hablando a otros acerca de su Padre celestial. Sigamos su ejemplo. Hablemos a cuantas personas podamos acerca de nuestro Dios maravilloso, Jehová, y su Hijo, Jesucristo. Si hacemos todo esto, podremos vivir para siempre en el nuevo paraíso de Dios en la Tierra.

Juan 17:3; Salmo 145:1-21.