martes, 7 de septiembre de 2010

Con la mujer en el pozo


JESÚS se ha detenido a descansar cerca de un pozo en Samaria. Sus discípulos se han ido al pueblo a comprar alimentos. La mujer con quien Jesús habla ha venido a sacar agua. Él le dice: ‘Dame de beber.’


Esto sorprende mucho a la mujer. ¿Sabes por qué? Jesús es judío, y ella es samaritana. Y a la mayoría de los judíos les desagradan los samaritanos. ¡Ni les hablan! Pero Jesús ama a gente de toda clase. Él le dice: ‘Si supieras quién te pide de beber, tú le pedirías, y él te daría agua que da vida.’

‘Señor,’ dice la mujer, ‘el pozo es hondo, y tú ni tienes un balde. ¿Dónde conseguirías esta agua que da vida?’

‘Si bebes agua de este pozo te dará sed otra vez,’ explica Jesús. ‘Pero el agua que yo daré puede hacer que uno viva para siempre.’

‘Señor,’ dice la mujer, ‘¡dame esta agua! Entonces no tendré sed nunca más. Y jamás tendré que venir aquí para conseguir agua.’

La mujer cree que Jesús está hablando de agua verdadera. Pero él está hablando sobre la verdad acerca de Dios y su reino, que es como agua que da vida. Puede dar vida eterna.

Jesús ahora le dice a la mujer: ‘Ve y llama a tu esposo y vuelve acá.’

‘Yo no tengo esposo,’ dice ella.

‘Contestaste bien,’ dice Jesús, ‘Pero has tenido cinco esposos, y el hombre con el cual estás viviendo ahora no es tu esposo.’

La mujer se sorprende, porque todo esto es verdad. ¿Cómo sabía estas cosas Jesús? Sí, es porque Jesús es el Prometido dado por Dios, enviado por él, y Dios le da esta información. Ahora los discípulos de Jesús regresan, y les sorprende que él esté hablando con una samaritana.

¿Qué aprendemos de todo esto? Que Jesús es bondadoso con gente de toda raza. Nosotros debemos ser así; no debemos pensar que alguien sea malo solo por su raza. Jesús quiere que toda la gente conozca la verdad que lleva a vida eterna. Y nosotros debemos querer ayudar a la gente a aprenderla.

Juan 4:5-43; 17:3.

Jesús enseña en una montaña


MIRA a Jesús sentado aquí. Está enseñando a toda esta gente en una montaña de Galilea. Los más cercanos a él son sus discípulos. Él ha escogido a 12 de ellos para que sean apóstoles. Los apóstoles son discípulos especiales de Jesús. ¿Sabes cómo se llaman?


Primero, Simón Pedro y su hermano Andrés. Entonces, Santiago y Juan, que son hermanos también. Otro apóstol se llama Santiago también, y otro se llama Simón también. Dos apóstoles se llaman Judas. Uno es Judas Iscariote, y el otro Judas también se llama Tadeo. También están Felipe y Natanael (llamado también Bartolomeo), y Mateo y Tomás.

Después de volver de Samaria, Jesús empieza a predicar por primera vez: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’ ¿Sabes qué es ese reino? Es un verdadero gobierno de Dios. Jesús es su rey. Él gobernará desde el cielo y traerá paz a la Tierra. Toda la Tierra será hecha un paraíso por el reino de Dios.

Jesús aquí está enseñando a la gente acerca del reino. ‘Así deben orar,’ explica él. ‘Padre nuestro que estás en los cielos, honrado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la Tierra, como se hace en el cielo.’ Muchas personas llaman a esta oración ‘La oración del Señor.’ Otras, el ‘Padrenuestro.’ ¿Puedes decir la oración completa?

Jesús también está enseñando a la gente cómo deben ser unos con otros. ‘Haz a otros lo que quieres que te hagan a ti,’ dice. ¿No te gusta cuando otros te tratan con bondad? Por eso, debemos ser buenos con otros. ¡Qué bueno será en la Tierra paradisíaca cuando todos hagan esto! ¿verdad?

Mateo, capítulos 5 a 7; 10:1-4.

Jesús levanta a los muertos


LA NIÑA que ves aquí tiene 12 años. Jesús la tiene de la mano, y la madre y el padre de ella están cerca. ¿Sabes por qué están tan contentos? Vamos a ver.


El padre de la niña es un hombre importante llamado Jairo. Un día su hija enferma, y la ponen en una cama. Pero no mejora; se pone cada vez más enferma. Jairo y su esposa se preocupan mucho, porque parece que la niñita se va a morir. Ella es su única hija. Así que Jairo busca a Jesús. Él ha oído acerca de los milagros que Jesús hace.

Cuando Jairo halla a Jesús, hay una muchedumbre grande alrededor de él. Pero Jairo pasa por en medio de la muchedumbre y cae a los pies de Jesús. ‘Mi hija está muy enferma,’ dice. ‘Ven, por favor, y sánala,’ suplica. Jesús dice que vendrá.

Mientras caminan, la muchedumbre sigue empujando para acercarse. De repente Jesús se detiene. ‘¿Quién me tocó?’ pregunta. Jesús sintió que de él salió poder, y sabe que alguien lo ha tocado. Pero ¿quién? Es una mujer que ha estado enferma por 12 años. ¡Vino y tocó la ropa de Jesús, y sanó!

Esto hace que Jairo se sienta mejor, porque puede ver que es fácil para Jesús sanar a alguien. Pero entonces viene un mensajero. ‘No molestes más a Jesús,’ le dice a Jairo. ‘Tu hija ha muerto.’ Jesús oye esto y le dice a Jairo: ‘No te preocupes; ella estará bien.’

Cuando por fin llegan a la casa de Jairo, la gente está llorando con gran tristeza. Pero Jesús dice: ‘No lloren. La niña no ha muerto. Solo duerme.’ Pero ellos se ríen y burlan de Jesús, porque saben que ella está muerta.

Jesús entonces entra con el padre y la madre de la niña y tres de sus apóstoles en el cuarto donde la niña está. La toma de la mano y dice: ‘¡Levántate!’ Y ella vuelve a vivir, como lo ves aquí. ¡Se levanta y camina! Por eso el padre y la madre de ella están tan felices.

Esta no es la primera persona a quien Jesús levanta de entre los muertos. El primero es el hijo de una viuda que vive en la ciudad de Naín. Después, Jesús también resucita a Lázaro, el hermano de María y Marta. Cuando Jesús gobierne como el rey dado por Dios, resucitará a muchísimas personas. ¿No nos debe alegrar eso?

Lucas 8:40-56; 7:11-17; Juan 11:17-44.

Jesús alimenta a muchos


ALGO terrible ha pasado. Se acaba de dar muerte a Juan el Bautizante. Herodías, la esposa del rey, le tenía odio. Y logró que el rey mandara cortarle la cabeza.

Cuando Jesús oye acerca de esto, se pone triste. Se va a un lugar desierto solo. Pero la gente lo sigue. Cuando Jesús ve a las muchedumbres, les tiene lástima. Por eso, les habla acerca del reino de Dios, y sana a sus enfermos.

Aquella noche sus discípulos vienen a él y dicen: ‘Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la gente para que puedan comprar alimento en las aldeas cercanas.’


‘Ellos no tienen que irse,’ dice Jesús. ‘Ustedes denles algo de comer.’ Volviéndose a Felipe, Jesús pregunta: ‘¿Dónde podemos comprar suficiente alimento para toda esta gente?’

‘Va a costar muchísimo dinero comprar suficiente para que todos puedan tener un poquitito,’ contesta Felipe. Andrés habla: ‘Este muchacho, que lleva nuestro alimento, tiene cinco panes y dos pescados. Nunca bastaría para toda esta gente.’

Díganle a la gente que se siente sobre la hierba,’ dice Jesús. Entonces da gracias a Dios por el alimento, y empieza a partirlo en pedazos. Los discípulos pasan el pan y el pescado a toda la gente. Hay 5.000 hombres, y otros miles de mujeres y niños. Todos comen hasta que están llenos. ¡Y cuando los discípulos recogen las sobras, hay 12 canastas llenas!

Jesús ahora hace que sus discípulos entren en un bote para cruzar el mar de Galilea. Durante la noche se presenta una gran tormenta, y las olas mueven el bote a un lado y al otro. Los discípulos tienen mucho miedo. Entonces, en medio de la noche, ven a alguien cruzando a pie hacia ellos por el agua. Gritan de miedo, porque no saben lo que están viendo.

‘No teman,’ dice Jesús. ‘¡Soy yo!’ Todavía no lo pueden creer. Así que Pedro dice: ‘Si eres tú, Señor, dime que cruce el agua hacia ti.’ Jesús contesta: ‘¡Ven!’ ¡Y Pedro sale y anda sobre el agua! Entonces le da miedo y empieza a hundirse, pero Jesús lo salva.

Más tarde, Jesús de nuevo alimenta a miles de personas. Esta vez lo hace con siete panes y unos cuantos pescaditos. Y otra vez hay suficiente para todos. ¡Qué bueno es ver como Jesús atiende a la gente! ¡Bajo su reino, no tendremos que preocuparnos por nada!

Mateo 14:1-32; 15:29-38; Juan 6:1-21.

Ama a los niñitos


MIRA a Jesús aquí con sus brazos alrededor del muchachito. Puedes ver que él se interesa en los niños. Los hombres que miran son sus apóstoles. ¿Sabes qué les dice Jesús?

Jesús y sus apóstoles acaban de volver de un largo viaje. Por el camino los apóstoles tuvieron una discusión. Por eso, después del viaje Jesús les pregunta: ‘¿Qué discutían en el camino?’ En verdad Jesús sabe qué discutían. Pero hace la pregunta para ver si los apóstoles le dicen.


Los apóstoles no contestan, porque en el camino han estado discutiendo sobre cuál de ellos es el mayor. Algunos quieren ser más importantes que los demás. ¿Cómo les dirá Jesús que no es correcto el deseo de ser el mayor?

Él llama al muchachito, y lo pone enfrente de todos ellos. Entonces dice a sus discípulos: ‘Quiero que sepan esto bien: A menos que cambien y se hagan como niñitos, nunca entrarán en el reino de Dios. La persona más grande en el reino es el que se hace como este niñito.’ ¿Sabes por qué dijo esto?

Bueno, los niños bien pequeñitos no piensan en ser más grandes ni más importantes que otros. Por eso los apóstoles deberían aprender a ser como niños de esta manera y no pelear por ser grandes o importantes.

En otras ocasiones, también, Jesús muestra lo mucho que le interesan los niñitos. Unos meses después algunas personas traen sus hijos a ver a Jesús. Los apóstoles tratan de alejarlos. Pero Jesús les dice: ‘Dejen que los niños vengan a mí, y no los detengan, porque el reino de Dios pertenece a personas como ellos.’ Entonces abraza a los niños, y los bendice. ¡Qué bueno saber que Jesús ama a los niños! ¿verdad?

Mateo 18:1-4; 19:13-15; Marcos 9:33-37; 10:13-16.

Cómo enseña Jesús


UN DÍA Jesús le dice a un hombre que él debe amar a su prójimo. Él le pregunta: ‘¿Quién es mi prójimo?’ Bueno, Jesús sabe lo que el hombre está pensando. El hombre piensa que solo personas de su propia raza y religión son su prójimo, o vecino. Por eso, veamos lo que Jesús le dice.

A veces Jesús enseña por medio de contar una historia. Esto es lo que hace ahora. Cuenta una historia de un judío y un samaritano. Ya hemos aprendido que a la mayoría de los judíos no les gustan los samaritanos. Esta es la historia:

Un día un judío iba bajando por un camino de montaña a Jericó. Pero unos ladrones lo asaltaron. Le quitaron el dinero y lo golpearon hasta casi matarlo.

Más tarde, un sacerdote judío pasó por el camino. Vio al hombre golpeado. ¿Qué crees que hizo? Pues, solo cruzó al otro lado del camino y siguió andando. Entonces otra persona muy religiosa pasó. Era un levita. ¿Se detuvo? No, no se detuvo tampoco para ayudar al hombre. Puedes ver al sacerdote y al levita a lo lejos, camino abajo.

Pero mira quién está aquí con el que fue golpeado. Es un samaritano. Y está dando ayuda al judío. Él le echa una medicina en las heridas. Después, lleva al judío a donde pueda descansar y sanarse.


Al terminar de contar su historia, Jesús le dice al que le hizo la pregunta: ‘Bien, ¿cuál de estos tres crees que obró como prójimo o vecino con el que había sido golpeado? ¿El sacerdote, el levita, o el samaritano?’

El hombre contesta: ‘El samaritano. Él fue bueno con el hombre que fue golpeado.’

Jesús dice: ‘Tienes razón. Por eso, ve y trata a otras personas de la misma manera que él lo hizo.’

¿No te gusta la manera de enseñar que usa Jesús? Nosotros podemos aprender muchas cosas importantes por lo que Jesús dice en la Biblia, ¿verdad?

Lucas 10:25-37.

Jesús sana a los enfermos


MIENTRAS Jesús viaja por el país, sana a los enfermos. La noticia de estos milagros se da en pueblos de alrededor. Por eso, la gente le lleva los tullidos, ciegos y cojos, y muchos otros enfermos. Y Jesús los sana a todos.

Ya han pasado más de tres años desde que Juan bautizó a Jesús. Y Jesús les dice a sus apóstoles que pronto va a ir a Jerusalén, donde lo van a matar, y entonces se levantará de entre los muertos. Entretanto, sigue sanando a los enfermos.


Un día Jesús está enseñando en sábado. El sábado es un día de descanso para los judíos. La mujer que ves aquí estuvo doblada por 18 años, y no podía enderezarse. Por eso, Jesús pone las manos sobre ella, y ella se endereza. ¡Está sana!

Esto hace que los líderes religiosos se enojen. ‘Hay seis días ara trabajar,’ grita uno de ellos a la muchedumbre. ‘¡Esos son los días para venir a sanarse, no el sábado!’

Pero Jesús contesta: ‘¡Malos! Cualquiera de ustedes desataría su asno y lo llevaría a beber en sábado. Por eso, ¿no debería ser sanada esta pobre mujer, que ha estado enferma 18 años?’ Esta contestación avergüenza a estos hombres malos.

Más tarde, Jesús y sus apóstoles siguen hacia Jerusalén. Cuando se encuentran cerca del pueblo de Jericó, dos mendigos ciegos gritan: ‘Jesús, ayúdanos.’

Jesús llama a los ciegos, y pregunta: ‘¿Qué quieren que les haga?’ Ellos dicen: ‘Señor, que se nos abran los ojos.’ Jesús les toca los ojos, ¡y enseguida pueden ver! ¿Sabes por qué hace Jesús todos estos milagros? Porque ama a la gente y quiere que tengan fe en él. Esto nos asegura que cuando él reine nadie en la Tierra estará enfermo de nuevo.

Mateo 15:30, 31; Lucas 13:10-17; Mateo 20:29-34.