martes, 7 de septiembre de 2010
Jesús sana a los enfermos
MIENTRAS Jesús viaja por el país, sana a los enfermos. La noticia de estos milagros se da en pueblos de alrededor. Por eso, la gente le lleva los tullidos, ciegos y cojos, y muchos otros enfermos. Y Jesús los sana a todos.
Ya han pasado más de tres años desde que Juan bautizó a Jesús. Y Jesús les dice a sus apóstoles que pronto va a ir a Jerusalén, donde lo van a matar, y entonces se levantará de entre los muertos. Entretanto, sigue sanando a los enfermos.
Un día Jesús está enseñando en sábado. El sábado es un día de descanso para los judíos. La mujer que ves aquí estuvo doblada por 18 años, y no podía enderezarse. Por eso, Jesús pone las manos sobre ella, y ella se endereza. ¡Está sana!
Esto hace que los líderes religiosos se enojen. ‘Hay seis días ara trabajar,’ grita uno de ellos a la muchedumbre. ‘¡Esos son los días para venir a sanarse, no el sábado!’
Pero Jesús contesta: ‘¡Malos! Cualquiera de ustedes desataría su asno y lo llevaría a beber en sábado. Por eso, ¿no debería ser sanada esta pobre mujer, que ha estado enferma 18 años?’ Esta contestación avergüenza a estos hombres malos.
Más tarde, Jesús y sus apóstoles siguen hacia Jerusalén. Cuando se encuentran cerca del pueblo de Jericó, dos mendigos ciegos gritan: ‘Jesús, ayúdanos.’
Jesús llama a los ciegos, y pregunta: ‘¿Qué quieren que les haga?’ Ellos dicen: ‘Señor, que se nos abran los ojos.’ Jesús les toca los ojos, ¡y enseguida pueden ver! ¿Sabes por qué hace Jesús todos estos milagros? Porque ama a la gente y quiere que tengan fe en él. Esto nos asegura que cuando él reine nadie en la Tierra estará enfermo de nuevo.
Mateo 15:30, 31; Lucas 13:10-17; Mateo 20:29-34.
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